Construyendo un puente hacia la naturaleza
Un participante indeciso
La primera vez que venía al programa, Mateo* estaba de pie, rígido y callado, bajo el árbol en flor frente del centro comunitario El Centro, socio del programa Bridge to Nature de WYP. Con los ojos azules como el cielo dirigidos hacia la hierba cubierta de hojas, parecía que quería estar en cualquier sitio menos en WYP.
A lo largo de ese primer día, mientras los niños exploraban el jardín de Somos Semillas, cada miembro del personal se turnaba para intentar sacarlo de su caparazón. Después de varios esfuerzos, quedó claro que era tímido, que se contentaba con recoger mandarinas y observar en silencio cómo uno de nuestros empleados, Luis-Angel, le explicaba cómo podar las flores.
Al principio, estaba un poco preocupado. ¿Se estaba divirtiendo? ¿Teníamos que conectar más con él? Siempre hay niños que necesitan tiempo para adaptarse, para encontrar su sitio y tener una experiencia lo más satisfactoria posible. Cuando llegó la siguiente semana del programa, decidí vigilarlo. Ese día, visitamos el Parque Parma, un popular lugar para hacer senderismo en Montecito, y entre la luz moteada del bosque, noté que Mateo empezó a cambiar.
Encontrar la conexión con la naturaleza
A lo largo de los senderos de tierra, estaba ansioso por observar, examinando cada hoja y roca que pasábamos. Tenía los ojos muy abiertos y parecía absorber cada vista como si estuviera hambriento, con los pies ágiles a lo largo de las empinadas cuestas, sin mirar atrás. Una tímida sonrisa se dibujó en su rostro mientras tomábamos un té casero de las plantas que había buscado antes. Yo lo observé, fascinada.
A partir de entonces, Mateo floreció lenta y maravillosamente. Se volvió animado y competitivo, pidiendo otra ronda de juego tras juego. Era descarado y dramático, suspirando exasperado mientras se metía en el agua opaca del río, pero mojándose y temblando de placer igualmente. Me di cuenta de que empezaba a hablar con los otros niños y a abrirse al personal, especialmente a nuestro personal masculino Luis-Angel.
Verlo tan aventurero y alegre me calentó el corazón. Poco a poco, pudimos ver todas las partes maravillosas de Mateo, con cada nuevo lugar de la naturaleza que desvelaba otra faceta única de su personalidad, un nuevo pétalo en una flor siempre floreciente.
Lo que ocurre cuando construimos un puente hacia la naturaleza
Al ser testigo de la transformación gradual de Mateo, me di cuenta de que estaba viendo el corazón del trabajo de WYP en tiempo real. Al traer la naturaleza a la vida de los niños, siempre esperamos que pueda tener un impacto positivo no sólo en su bienestar físico, sino también en su estado de ánimo, crecimiento social y sentido general de realización en la vida.
Ver a Mateo expresar tanta curiosidad y confianza con cada salida me demostró que el Puente a la Naturaleza de WYP era real y que estaba teniendo efectos tangibles en la conexión de los jóvenes desatendidos con la tierra, con los demás y con ellos mismos.
WYP cree de verdad en el potencial ilimitado de los niños y lo saca a relucir. Trabajando en armonía con la naturaleza de Santa Bárbara, tiene el poder de desplegar suavemente a los participantes como Mateo y, en última instancia, mostrarnos como adultos la belleza de la conexión con la naturaleza. Así que si estás buscando un programa increíble para tu aventurero en ciernes, ¡no esperes a inscribirte en WYP!
*El nombre ha sido cambiado para mantener la confidencialidad.
Sobre la autora
Julia Barrera (ella/él) es una estudiante de cuarto año de estudios feministas y de escritura profesional con énfasis en la participación cívica en la UCSB. Actualmente trabaja como pasante de relaciones con la comunidad de Wilderness Youth Project, escribiendo contenido creativo y promocional para WYP, y pasa todos los miércoles como mentora de niños de 2º a 5º grado en el programa extraescolar Bridge to Nature de WYP en El Centro SB.